De lo que se trata entonces es de valores o principios (y no de ideología) los cuales, mientras se consideren verdaderos, se mantienen incólumes en el plano intelectual y que, en el nivel político, necesariamente deben negociarse. Por más que el político alardee de valores inmodificables, no es lo que caracteriza a las estructuras políticas.
En el terreno de esa política, los intelectuales deberían hacer sentir su presencia de dos formas: podrían -sin considerarlo vergonzoso o degradante- aceptar un cargo político y utilizarlo ...
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